Muy atareados andan los voceros oficiales y oficiosos –no sólo aquí, sino en la mayor parte del orbe– en su intento por convencer a propios y extraños de que
, y que de aquí a unas cuantas semanas los habitantes de este sacrificado planeta volverán a sonreír como –según ellos– lo hacía la humanidad antes del
generalizado. Sin embargo, salvo ellos, pocos podrán sentirse felices tras los resultados de tan contundente
, que se suman a los de zarandeadas anteriores.
, como asegura la versión oficial, equivale a dejar las cosas tal cual estaban antes del estallido de la crisis, en espera de la siguiente; es reproducir las condiciones que llevaron al
masivo. De hecho ni siquiera los reportes del siempre optimista Banco Mundial (Informe sobre el desarrollo mundial 2010; desarrollo y cambio climático) permiten esbozar siquiera una leve sonrisa ahora que
, pues el organismo advierte que
.
¿Debe el planeta retomar las políticas que condujeron al estallido de la crisis como si nada hubiera sucedido? El propio Banco Mundial, uno de los entusiastas promotores de tales políticas, nos obsequia un rápido recorrido que, sin desearlo, da respuesta a la
: una cuarta parte de la población de los países en desarrollo continúa viviendo con menos de 1.25 dólares al día; mil millones de personas carecen de agua potable, mil 600 millones de electricidad y 3 mil millones de servicios de saneamiento adecuados. La cuarta parte de todos los niños de países en desarrollo están malnutridos.
, aunque lo atribuye a los efectos del cambio climático.
A la devastación social provocada por las políticas neoliberales (no reconocida abiertamente por el Banco Mundial) hay que sumar los efectos del cambio climático, que “amenazan al mundo entero, pero los países en desarrollo son los más vulnerables. Según las estimaciones, soportarán aproximadamente entre 75 y 80 por ciento del costo de los daños provocados por la variación del clima. Incluso un calentamiento de 2 grados centígrados por encima de las temperaturas pre industriales –probablemente lo mínimo que padecerá el planeta– podría generar en África y Asia meridional una reducción permanente del producto interno bruto de entre 4 y 5 por ciento. La mayor parte de los países en desarrollo carecen de la capacidad financiera y técnica suficiente para manejar el creciente riesgo climático. Asimismo, dependen en forma más directa de recursos naturales sensibles al clima para generar sus ingresos y su bienestar. Además, la mayoría se ubica en regiones tropicales y subtropicales ya sujetas a un clima sumamente variable”.
Ahora que
, el Banco Mundial subraya que
.
Los países más ricos tienen más recursos para hacer frente a los impactos del clima, y las poblaciones con mejor nivel de instrucción y de salud tienen, por naturaleza, mayor capacidad de resistencia, apunta el organismo, “pero el proceso de crecimiento puede exacerbar la vulnerabilidad al cambio climático, como ocurre, por ejemplo, en el caso de la extracción cada vez mayor de agua para la agricultura, la industria y el consumo… No es probable que el crecimiento sea lo bastante rápido como para que los países de ingreso bajo puedan permitirse el tipo de protección con que cuentan los países ricos”.
En América Latina y el Caribe la crisis arrasó y, por si fuera poco, los ecosistemas más importantes están amenazados.
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Las rebanadas del pastel
¡Felicidades!, porque
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