El eclipse de la política
León García Soler
León García Soler
La lectura solemne del decálogo de Felipe Calderón selló la transformación del Día del Presidente en rito que trasciende el mito para disolverse en la conversión de lo profano en sacro, de lo laico en religioso. Fue, sobre todo, la culminación del desastre, el fin del pasado, la conversión de la brega de eternidad panista en la celebración de lo que Walter Benjamin llamó capitalismo como religión”, ese culto permanente sin tregua y sin respiro.
Primero los pobres, para confirmar que la izquierda y la derecha se confunden al irse a los extremos. Y antes de enlazar el ritual funerario del flujo de capitales libres de toda regulación, de mercado que se cura y se gobierna a sí mismo, con los pasos de Felipe de Jesús Calderón, la detonación declarativa del signore Berlusconi, en medio del escándalo mediático, de la pornografía política y la prostitución del poder: “una tía mía muy simpática me dijo una vez que las cosas bonitas, si no te las dices tú, no te las dice nadie. Yo puedo decir que he sido el mejor presidente del Consejo de Ministros de Italia en 150 años”. Esplendor y miseria de la era del espectáculo.
De ahí, la deslumbrante presencia del ponente Agustín Carstens, exposición sin tregua y sin respiro del acto de birlibirloque mediante el cual ofrece remediar la recesión más severa, más grave, de los últimos 50 años... con recortes al gasto, en lugar de invertir, inyectar recursos, así sea con deuda, déficit fiscal, para reactivar la economía, el crédito y generar empleos. El doctor Carstens envió las iniciativas de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos. Nada teman, la lectura de estas cartas debe hacerse junto al resto de los instrumentos dispuestos por el Presidente de la República para rellenar el hoyo de centenares de miles de millones de pesos que nos dejaron los veneros de petróleo vacíos. Incluidos los cambios en el gabinete.
Se trata, insistieron, de cambios a fondo. Pero en tres años ha hecho innumerables cambios en ese gabinete. Ahora salen, entre elogios de quien los remueve libremente, Eduardo Medina Mora, de la PGR; Jesús Reyes Heroles González Garza, de Pemex; Alberto Cárdenas, de Agricultura. Y designa, también libremente (aunque el procurador general de la República está sujeto a la aprobación del Senado) a Arturo Chávez Chávez, Juan José Suárez Coppel y Francisco Javier Mayorga, en sus respectivos nichos. Lástima. Eduardo Medina Mora seguirá en el servicio público (como embajador a la corte de San Jaime, dicen) y ha sido el único en recibir reconocimientos no condicionados por dogmatismo alguno: su honestidad no ha sido puesta en duda ni por quienes lo culpan de desmanes policiacos o las frecuentes violaciones a los derechos humanos.
Pero antes de que Relaciones Exteriores haga público el piacet del Palacio de Buckingham, los senadores mexicanos, que gastan decenas de millones de pesos en rentas porque no hay espacios en el rimbombante Palacio Legislativo de San Lázaro, van a negar su aprobación a la designación de Arturo Chávez, motivo de un escándalo internacional. Fue procurador en Chihuahua, donde pronunciaría la que debiera ser su propia sentencia de culpabilidad: las muertas de Ciudad Juárez fueron asesinadas por usar minifaldas y ropa provocativa, dijo. Si Manlio Fabio Beltrones niega la aprobación a su nombramiento, el PRI confirmará voluntad de poder y saber que es la razón de Estado; Carlos Navarrete y Pablo Gómez han recibido un obsequio de Los Pinos. El rechazo debería ser unánime.
Gustavo Madero se llama el líder senatorial panista, como el hermano del apóstol asesinado la Decena Trágica. Y se acabó la semejanza: el senador Madero, aspirante a gobernador, defiende a capa y espada el impuesto generalizado de 2 por ciento adicional al consumo: “se logrará un apoyo directo a 6 millones de familias en extrema pobreza, (lo) que no es un copeteadito, sino un multiplicadito”. Lástima que antes del paliativo recibir tengan que pagar su cuota de 2 por ciento generalizado a lo que coman y gasten en medicinas, infusiones y hierbas. Lástima, pero el PRD ratifica su rechazo al “IVA disfrazado” y los diputados del PRI confirmaron que no aprobarán el gravamen propuesto.
Al terminar una reunión con funcionarios de Hacienda, la diputación del PRI demandó, en voz de Beatriz Paredes, que más allá de “cifras y datos macroeconómicos, se explicite cómo va a repercutir lo que se ha propuesto en el tema del empleo”. Hay posición firme desde una posición de fuerza. Francisco Rojas confirmó que su bancada revisará la propuesta, propondrá y discutirá los cambios necesarios para aprobar el presupuesto a su debido tiempo, pero además del rechazo a la tasa generalizada de 2 por ciento al consumo, recordó que los legisladores pueden formular sus propias iniciativas. No hay unanimidad automática en el PRI; son 237 diputados comprometidos con sus electores, con los gobernadores de sus estados, con su partido y el coordinador que ellos eligieron. Pero sin el control del árbitro de última instancia, sin el unto de la expectativa.
Aferrados al dogma neoconservador, los colaboradores del doctor Carstens eluden todo cuestionamiento. En la reunión con los diputados priístas, el subsecretario de Egresos, Dionisio Pérez Jácome, no respondió una sola pregunta, y provocó burlas al decir con toda solemnidad: “disculpe, diputado, pero hoy no vengo preparado”. Lástima. El país enfrenta una recesión terrible, la producción paralizada, el desempleo, el cierre de la vergonzante “válvula de escape” de la emigración, porque la recesión global empezó en el vecino del norte. Y quienes proponen recortes al gasto público, a contracorriente del resto del mundo, expresan su desprecio al Poder Legislativo con un insolente “hoy no vengo preparado”.
Es el culto del capitalismo como religión, sin tregua y sin respiro. Asoma la mano invisible, aparecen entre cajas los dueños del dinero y de sus gestores, encargados de la administración de “la economía”, que no es un paradigma sino “una actividad práctica que debe enfrentar, golpe a golpe, un problema particular”. Felipe Calderón nombró director de Pemex a Juan José Suárez Coppel, nepote de Francisco Gil, vicepresidente económico de Vicente Fox. Suárez Coppel fue director corporativo de finanzas de Pemex en el periodo de explotación salvaje del crudo extraído y exportado, para una Hacienda que financió el incremento bestial del gasto corriente. Hoy lo acusan de ser corresponsable de la quiebra financiera de Petróleos Mexicanos.
El proyecto de Felipe Calderón “está de cabeza”, profundizará la recesión, incentivará el desempleo y generará más tensión social, dicen los universitarios que participaron en el taller “México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo”. Hay que leer atentamente el documento final elaborado por David Ibarra, Jesús Silva Herzog, Cuauhtémoc Cárdenas, Norma Samaniego, Carlos Tello, Rolando Cordera, Ciro Murayama, Francisco Suárez Dávila, Carlos Heredia, Enrique del Val, Jorge Eduardo Navarrete, Eugenio Anguiano, Mauricio de Maria y Campos, Leonardo Lomelí, Gerardo Esquivel, Saúl Escobar y Prudencio López. “Frente a la crisis y para enfrentar sus costosas secuelas, México debe definir un nuevo curso de desarrollo”.
Distinto rumbo al de las sociedades que, diría el filósofo Giorgio Agamben, derivaron al “eclipse de la política que suponía sujetos e identidades reales (el movimiento obrero, la burguesía, etc.) y el triunfo de la economía, es decir, de una actividad de gobierno que no persigue otra cosa que su propia reproducción”.
Primero los pobres, para confirmar que la izquierda y la derecha se confunden al irse a los extremos. Y antes de enlazar el ritual funerario del flujo de capitales libres de toda regulación, de mercado que se cura y se gobierna a sí mismo, con los pasos de Felipe de Jesús Calderón, la detonación declarativa del signore Berlusconi, en medio del escándalo mediático, de la pornografía política y la prostitución del poder: “una tía mía muy simpática me dijo una vez que las cosas bonitas, si no te las dices tú, no te las dice nadie. Yo puedo decir que he sido el mejor presidente del Consejo de Ministros de Italia en 150 años”. Esplendor y miseria de la era del espectáculo.
De ahí, la deslumbrante presencia del ponente Agustín Carstens, exposición sin tregua y sin respiro del acto de birlibirloque mediante el cual ofrece remediar la recesión más severa, más grave, de los últimos 50 años... con recortes al gasto, en lugar de invertir, inyectar recursos, así sea con deuda, déficit fiscal, para reactivar la economía, el crédito y generar empleos. El doctor Carstens envió las iniciativas de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos. Nada teman, la lectura de estas cartas debe hacerse junto al resto de los instrumentos dispuestos por el Presidente de la República para rellenar el hoyo de centenares de miles de millones de pesos que nos dejaron los veneros de petróleo vacíos. Incluidos los cambios en el gabinete.
Se trata, insistieron, de cambios a fondo. Pero en tres años ha hecho innumerables cambios en ese gabinete. Ahora salen, entre elogios de quien los remueve libremente, Eduardo Medina Mora, de la PGR; Jesús Reyes Heroles González Garza, de Pemex; Alberto Cárdenas, de Agricultura. Y designa, también libremente (aunque el procurador general de la República está sujeto a la aprobación del Senado) a Arturo Chávez Chávez, Juan José Suárez Coppel y Francisco Javier Mayorga, en sus respectivos nichos. Lástima. Eduardo Medina Mora seguirá en el servicio público (como embajador a la corte de San Jaime, dicen) y ha sido el único en recibir reconocimientos no condicionados por dogmatismo alguno: su honestidad no ha sido puesta en duda ni por quienes lo culpan de desmanes policiacos o las frecuentes violaciones a los derechos humanos.
Pero antes de que Relaciones Exteriores haga público el piacet del Palacio de Buckingham, los senadores mexicanos, que gastan decenas de millones de pesos en rentas porque no hay espacios en el rimbombante Palacio Legislativo de San Lázaro, van a negar su aprobación a la designación de Arturo Chávez, motivo de un escándalo internacional. Fue procurador en Chihuahua, donde pronunciaría la que debiera ser su propia sentencia de culpabilidad: las muertas de Ciudad Juárez fueron asesinadas por usar minifaldas y ropa provocativa, dijo. Si Manlio Fabio Beltrones niega la aprobación a su nombramiento, el PRI confirmará voluntad de poder y saber que es la razón de Estado; Carlos Navarrete y Pablo Gómez han recibido un obsequio de Los Pinos. El rechazo debería ser unánime.
Gustavo Madero se llama el líder senatorial panista, como el hermano del apóstol asesinado la Decena Trágica. Y se acabó la semejanza: el senador Madero, aspirante a gobernador, defiende a capa y espada el impuesto generalizado de 2 por ciento adicional al consumo: “se logrará un apoyo directo a 6 millones de familias en extrema pobreza, (lo) que no es un copeteadito, sino un multiplicadito”. Lástima que antes del paliativo recibir tengan que pagar su cuota de 2 por ciento generalizado a lo que coman y gasten en medicinas, infusiones y hierbas. Lástima, pero el PRD ratifica su rechazo al “IVA disfrazado” y los diputados del PRI confirmaron que no aprobarán el gravamen propuesto.
Al terminar una reunión con funcionarios de Hacienda, la diputación del PRI demandó, en voz de Beatriz Paredes, que más allá de “cifras y datos macroeconómicos, se explicite cómo va a repercutir lo que se ha propuesto en el tema del empleo”. Hay posición firme desde una posición de fuerza. Francisco Rojas confirmó que su bancada revisará la propuesta, propondrá y discutirá los cambios necesarios para aprobar el presupuesto a su debido tiempo, pero además del rechazo a la tasa generalizada de 2 por ciento al consumo, recordó que los legisladores pueden formular sus propias iniciativas. No hay unanimidad automática en el PRI; son 237 diputados comprometidos con sus electores, con los gobernadores de sus estados, con su partido y el coordinador que ellos eligieron. Pero sin el control del árbitro de última instancia, sin el unto de la expectativa.
Aferrados al dogma neoconservador, los colaboradores del doctor Carstens eluden todo cuestionamiento. En la reunión con los diputados priístas, el subsecretario de Egresos, Dionisio Pérez Jácome, no respondió una sola pregunta, y provocó burlas al decir con toda solemnidad: “disculpe, diputado, pero hoy no vengo preparado”. Lástima. El país enfrenta una recesión terrible, la producción paralizada, el desempleo, el cierre de la vergonzante “válvula de escape” de la emigración, porque la recesión global empezó en el vecino del norte. Y quienes proponen recortes al gasto público, a contracorriente del resto del mundo, expresan su desprecio al Poder Legislativo con un insolente “hoy no vengo preparado”.
Es el culto del capitalismo como religión, sin tregua y sin respiro. Asoma la mano invisible, aparecen entre cajas los dueños del dinero y de sus gestores, encargados de la administración de “la economía”, que no es un paradigma sino “una actividad práctica que debe enfrentar, golpe a golpe, un problema particular”. Felipe Calderón nombró director de Pemex a Juan José Suárez Coppel, nepote de Francisco Gil, vicepresidente económico de Vicente Fox. Suárez Coppel fue director corporativo de finanzas de Pemex en el periodo de explotación salvaje del crudo extraído y exportado, para una Hacienda que financió el incremento bestial del gasto corriente. Hoy lo acusan de ser corresponsable de la quiebra financiera de Petróleos Mexicanos.
El proyecto de Felipe Calderón “está de cabeza”, profundizará la recesión, incentivará el desempleo y generará más tensión social, dicen los universitarios que participaron en el taller “México frente a la crisis: hacia un nuevo curso de desarrollo”. Hay que leer atentamente el documento final elaborado por David Ibarra, Jesús Silva Herzog, Cuauhtémoc Cárdenas, Norma Samaniego, Carlos Tello, Rolando Cordera, Ciro Murayama, Francisco Suárez Dávila, Carlos Heredia, Enrique del Val, Jorge Eduardo Navarrete, Eugenio Anguiano, Mauricio de Maria y Campos, Leonardo Lomelí, Gerardo Esquivel, Saúl Escobar y Prudencio López. “Frente a la crisis y para enfrentar sus costosas secuelas, México debe definir un nuevo curso de desarrollo”.
Distinto rumbo al de las sociedades que, diría el filósofo Giorgio Agamben, derivaron al “eclipse de la política que suponía sujetos e identidades reales (el movimiento obrero, la burguesía, etc.) y el triunfo de la economía, es decir, de una actividad de gobierno que no persigue otra cosa que su propia reproducción”.
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