“La capacidad de resurrección de los hijos de puta en el mundo es increíble”, afirmó anoche el gran escritor uruguayo en alusión al FMI y al Banco Mundial / “Yo pensé que con la crisis los íbamos a dejar de ver, pero veo que están más vivos que nunca”, añadió / Presentó su libro “Espejos” en el teatro “Felipe Carrillo Puerto” de la UADY
Eduardo Galeano aseguró ayer que “la capacidad de resurrección de los hijos de puta en el mundo es increíble”, sobre todo después de que el grupo de los 20 países más industrializados del mundo autorizó, en su más reciente reunión, la entrega de “un dineral” a los banqueros y a los empresarios neoliberales que llevaron a la economía global al desastre. El escritor uruguayo, autor del ya célebre texto “Las venas abiertas de América Latina”, en 1971, afirmó que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial asesinaron a los Estados del sur del Continente Americano “y no dejaron nada en nombre de la religión del mercado”. “Yo pensé que con la crisis los íbamos a dejar de ver, pero veo que están más vivos que nunca”, sostuvo.
Galeano vino a Mérida a presentar su más reciente libro “Espejos”, una atrevida publicación de 364 páginas en las que pretende “contar la historia universal”, y antes de ello ofreció una conferencia de prensa en el restaurante Amaro en la que no dejó títere con cabeza.
El escritor no solamente lamentó que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, esté a punto de caer en la misma tentación que George W. Bush, al enviar a miles de soldados a Afganistán a luchar “contra el terrorismo”, y, de paso, señaló a Pablo Picasso como un vulgar imitador del arte tribal africano.
Por la noche, con un retraso de 40 minutos, protagonizó una lectura de su libro “Espejos” que dedicó a Felipe Carrillo Puerto en el teatro universitario que lleva el nombre del Apóstol Rojo de los Mayas.
En la conferencia de prensa, a la que se colaron numerosas personas que no debían, Eduardo Galeano se confesó un escritor que antes que nada trata de escuchar a las voces de la realidad para luego tratar de contagiarlas “con la mayor humildad que se pueda”.
“No voy a incurrir en delitos de pedantería como esos que viajan tres días a algún país de América Latina y luego escriben un libro de 700 páginas en el que además ofenden a la gente tratando de ordenarle las cosas que tiene que hacer para su nación”, afirmó.
Luego de retar a los periodistas a lanzar “la segunda pregunta, porque la primera siempre les da un poco de temor”, dijo que en un principio celebró la victoria presidencial de Obama, por lo alentador que significó, pero de inmediato precisó que a él no le gustaría estar en los zapatos del presidente estadounidense, sobre todo porque debe lidiar con “un estado fallido”.
“Los Estados Unidos han fallado en lo esencial, que es cuidar el interés público para evitar que sea devorado por los leones de Wall Street, porque permitieron que los especuladores lo redujeran a nada y, de encima, ahora pretendan recompensarlos”.
“Yo inicié una campañita mundial con la consigna de adopte un banquerito, pero creo que fracasó, nadie los quiere”, subrayó.
Expuso que, bromas aparte, los Estados Unidos han fallado incluso en “el territorio prohibido de las drogas” y han llegado al grado de pensar que “todo esto es el resultado de la maldad de países como México y Colombia, cuando en realidad es algo mucho más complejo, pues debe irse al principio de porqué se droga la gente”.
Anotó que en su “infinita inocencia” nunca se le ha ocurrido pensar que los miles de soldados que Obama envía a Afganistán se dedicarán a combatir la producción de heroína. “Nadie menciona eso, todos aluden al terrorismo, lamentablemente sólo estamos viendo la continuidad de un Estado guerrero en el que hay un funcionario que se hace llamar el Secretario de la Defensa, ¿qué es eso? ¿Es una broma de mal gusto? Yo supongo que crearon la Defensa por culpa de Pancho Villa porque fuera de eso nadie los ha invadido”.
En ese tenor, advirtió que si Osama Bin Laden estuvo al servicio de Bush no es de dudarse que ahora lo estará para Obama.
Censuró a los políticos que se atreven a dar dinero a los banqueros, pero no para componer el clima. “Por vez primera escuché una buena noticia, que con la crisis iban a dejar de producirse y de venderse menos automóviles, pero la gente en vez de alegrarse se entristeció, no cabe duda de que éste es el mundo al revés”.
La situación actual de América Latina motivó al autor a señalar que a él le hubiera encantado que ahora su libro “Las venas abiertas de América Latina” fuera una “pieza de arqueología”, pero por desgracia todo sigue igual o peor.
Por ello se pronunció por los cambios sociales generados desde abajo porque sólo así se logran. “Tengo amigos ingenieros que me dicen que las únicas cosas que se hacen desde arriba son los hoyos”.
Pero para alcanzar este cambio social, y que los procesos políticos y económicos se transformen para bien de todos hace falta que América Latina recupere su sentido común. “Esa es la gran tarea pendiente para Latinoamérica”.
Galeano puso de ejemplo de esto al presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien un día dijo que habrían de pagar la deuda externa, pero “primero vamos a ver qué es eso”. “Esa fue una pregunta de sentido común, algo que nos hace falta”, indicó.
Con relación a su libro “Espejos” dijo que es un texto “más global”, “un acto de locura total” que escribió luego de que escuchó a Pedro Infante preguntarse de qué tamaño será el mundo que cabe en cinco letras.
Comentó que en él rescató historias de los indígenas que por siglos han sido engañados y maltratados y aludió al saqueo que protagonizaron en Africa los colonialistas, que les robaron hasta el arte. Y mostró la portada de su libro “Espejos”, en la cual se reproduce una máscara aborigen africana tallada por tribus que trabajan cantando, para que así la música se impregne en su labor.
Sin embargo, dijo que pintores como Picasso robaron este arte y argumentó sus palabras con el hecho de que en el cuadro Las señoritas de Avignon, con el que se inauguró el cubismo, la cara de en medio es una copia fiel de una máscara africana.
En el teatro universitario la gente escuchó con atención sus relatos. Comenzó con uno acerca de Carrillo Puerto y los socialistas de Yucatán, aquellos que protagonizaron los sacrilegios contra el latifundio y que murieron a manos de las armas. “Sólo un par de años duró el gobierno de los humillados de Yucatán”.
Les leyó relatos breves y luego admitió una media hora de preguntas hechas por medio de papelitos que él escogió a su arbitrio. Al final de la jornada firmó libros, “uno por persona”, y no permitió que se fotografiaran con él, pues “estoy calvo y la tecnología estadounidense aquí no ha llegado para ponerme pelo en las fotos”.
(Rafael Gómez Chi)
Galeano vino a Mérida a presentar su más reciente libro “Espejos”, una atrevida publicación de 364 páginas en las que pretende “contar la historia universal”, y antes de ello ofreció una conferencia de prensa en el restaurante Amaro en la que no dejó títere con cabeza.
El escritor no solamente lamentó que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, esté a punto de caer en la misma tentación que George W. Bush, al enviar a miles de soldados a Afganistán a luchar “contra el terrorismo”, y, de paso, señaló a Pablo Picasso como un vulgar imitador del arte tribal africano.
Por la noche, con un retraso de 40 minutos, protagonizó una lectura de su libro “Espejos” que dedicó a Felipe Carrillo Puerto en el teatro universitario que lleva el nombre del Apóstol Rojo de los Mayas.
En la conferencia de prensa, a la que se colaron numerosas personas que no debían, Eduardo Galeano se confesó un escritor que antes que nada trata de escuchar a las voces de la realidad para luego tratar de contagiarlas “con la mayor humildad que se pueda”.
“No voy a incurrir en delitos de pedantería como esos que viajan tres días a algún país de América Latina y luego escriben un libro de 700 páginas en el que además ofenden a la gente tratando de ordenarle las cosas que tiene que hacer para su nación”, afirmó.
Luego de retar a los periodistas a lanzar “la segunda pregunta, porque la primera siempre les da un poco de temor”, dijo que en un principio celebró la victoria presidencial de Obama, por lo alentador que significó, pero de inmediato precisó que a él no le gustaría estar en los zapatos del presidente estadounidense, sobre todo porque debe lidiar con “un estado fallido”.
“Los Estados Unidos han fallado en lo esencial, que es cuidar el interés público para evitar que sea devorado por los leones de Wall Street, porque permitieron que los especuladores lo redujeran a nada y, de encima, ahora pretendan recompensarlos”.
“Yo inicié una campañita mundial con la consigna de adopte un banquerito, pero creo que fracasó, nadie los quiere”, subrayó.
Expuso que, bromas aparte, los Estados Unidos han fallado incluso en “el territorio prohibido de las drogas” y han llegado al grado de pensar que “todo esto es el resultado de la maldad de países como México y Colombia, cuando en realidad es algo mucho más complejo, pues debe irse al principio de porqué se droga la gente”.
Anotó que en su “infinita inocencia” nunca se le ha ocurrido pensar que los miles de soldados que Obama envía a Afganistán se dedicarán a combatir la producción de heroína. “Nadie menciona eso, todos aluden al terrorismo, lamentablemente sólo estamos viendo la continuidad de un Estado guerrero en el que hay un funcionario que se hace llamar el Secretario de la Defensa, ¿qué es eso? ¿Es una broma de mal gusto? Yo supongo que crearon la Defensa por culpa de Pancho Villa porque fuera de eso nadie los ha invadido”.
En ese tenor, advirtió que si Osama Bin Laden estuvo al servicio de Bush no es de dudarse que ahora lo estará para Obama.
Censuró a los políticos que se atreven a dar dinero a los banqueros, pero no para componer el clima. “Por vez primera escuché una buena noticia, que con la crisis iban a dejar de producirse y de venderse menos automóviles, pero la gente en vez de alegrarse se entristeció, no cabe duda de que éste es el mundo al revés”.
La situación actual de América Latina motivó al autor a señalar que a él le hubiera encantado que ahora su libro “Las venas abiertas de América Latina” fuera una “pieza de arqueología”, pero por desgracia todo sigue igual o peor.
Por ello se pronunció por los cambios sociales generados desde abajo porque sólo así se logran. “Tengo amigos ingenieros que me dicen que las únicas cosas que se hacen desde arriba son los hoyos”.
Pero para alcanzar este cambio social, y que los procesos políticos y económicos se transformen para bien de todos hace falta que América Latina recupere su sentido común. “Esa es la gran tarea pendiente para Latinoamérica”.
Galeano puso de ejemplo de esto al presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien un día dijo que habrían de pagar la deuda externa, pero “primero vamos a ver qué es eso”. “Esa fue una pregunta de sentido común, algo que nos hace falta”, indicó.
Con relación a su libro “Espejos” dijo que es un texto “más global”, “un acto de locura total” que escribió luego de que escuchó a Pedro Infante preguntarse de qué tamaño será el mundo que cabe en cinco letras.
Comentó que en él rescató historias de los indígenas que por siglos han sido engañados y maltratados y aludió al saqueo que protagonizaron en Africa los colonialistas, que les robaron hasta el arte. Y mostró la portada de su libro “Espejos”, en la cual se reproduce una máscara aborigen africana tallada por tribus que trabajan cantando, para que así la música se impregne en su labor.
Sin embargo, dijo que pintores como Picasso robaron este arte y argumentó sus palabras con el hecho de que en el cuadro Las señoritas de Avignon, con el que se inauguró el cubismo, la cara de en medio es una copia fiel de una máscara africana.
En el teatro universitario la gente escuchó con atención sus relatos. Comenzó con uno acerca de Carrillo Puerto y los socialistas de Yucatán, aquellos que protagonizaron los sacrilegios contra el latifundio y que murieron a manos de las armas. “Sólo un par de años duró el gobierno de los humillados de Yucatán”.
Les leyó relatos breves y luego admitió una media hora de preguntas hechas por medio de papelitos que él escogió a su arbitrio. Al final de la jornada firmó libros, “uno por persona”, y no permitió que se fotografiaran con él, pues “estoy calvo y la tecnología estadounidense aquí no ha llegado para ponerme pelo en las fotos”.
(Rafael Gómez Chi)
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