Impacto Ambiental
A mediados del pasado mes de febrero, se publicó en varios periódicos la noticia de que entre los galardonados con el premio que cada año otorga el Programa del Hombre y la Biósfera de la Unesco a diez jóvenes científicos de todo el mundo por estudios acerca de la protección y conservación del medio ambiente, se contaba “el mexicano Deny Ryan Villalba”, autor de una investigación realizada en la Reserva de Calakmul, en Campeche. El trabajo que le permitió obtener tal distinción —consistente en cinco mil dólares en efectivo y una beca para proseguir estudios de postgrado— versó sobre la participación comunitaria en el manejo y protección de los recursos hídricos en la zona de la reserva.
Este premio, instituido en memoria del destacado científico francés Michel Batisse —quien entre otras cosas fue promotor del Decenio Hidrológico Internacional (1965-74), que dio origen al Programa Hidrológico Internacional, y del Programa el Hombre y la Biósfera— tiene como propósito impulsar investigaciones sobre protección y conservación de los ecosistemas, los recursos naturales y la biodiversidad. Por ello se concede cada año a diez trabajos de la autoría de científicos jóvenes.
Tratamos de encontrar más datos sobre el premiado y su investigación, pero ninguno de aquellos entre quienes indagamos parecía saber nada sobre esta persona o su labor. Ni siquiera en Pronatura Península de Yucatán, institución que desde hace muchos años trabaja en Calakmul.
A través de pesquisas casi detectivescas por Internet, pudimos, sin embargo, aclarar que no se trata de “un mexicano”, sino de una mexicana, que su nombre no es Deny —ni tampoco Dany, Denis o Denny como se le citó indistintamente en varios periódicos— ni su apellido Ryan. Se trata de la bióloga Deni Rayn Villalba, egresada en 1997 de la Facultad de Ciencias de la UNAM con una tesis titulada Exito reproductivo y cuidado parental en la gallareta (Fulica americana) en el Parque Ecológico de Xochimilco, la cual le fue dirigida por el Dr. Constantino de Jesús Macías García. Posteriormente cursó estudios de maestría en la universidad británica de East Anglia.
Este asunto —al que podríamos llamar el caso de la investigadora fantasma— presenta algunas facetas interesantes. En primer lugar, muestra que además de los investigadores de aquellas instituciones con una larga trayectoria y muy conocidas por su actividad en la Reserva de Calakmul, hay otros estudios que se realizan calladamente pero son también de alta calidad y contribuyen de manera importante al conocimiento de los recursos de esa gran área natural protegida situada en el Sur de Campeche, en los límites con Guatemala y Quintana Roo. Por otro lado, resulta notable que de los diez trabajos premiados este año por la Unesco, siete fueron obra de mujeres y en cinco de los casos de investigadoras del Tercer Mundo. Ellas son Peggy Prisca Ouoko Yangounza, de la República Centroafricana; Ana María Abrazua Vásquez, de Chile; Paula Irrazábal y Soledad Contreras, también chilenasM Surima Orto Pozo, de Cuba; Yun Son Suk, de Corea; Marina Rubtsova, de la Federación Rusa, y la ya mencionada Deni Rayn, de México.
Aclarado, aunque sea a medias, el enigma de la investigadora fantasma, ojalá algún lector pueda proporcionarnos más información al respecto y —mejor aún— facilitarnos el contacto con ella para dar a conocer detalles de su estudio.
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