Monday, August 04, 2008



Fecha de publicación: 4/AGOSTO/2008


Apro / J. Jesús Esquivel / Washington

Las redes de las organizaciones criminales mexicanas se expanden rápidamente en Estados Unidos, advierte John P. Walters, director de la Oficina Nacional de Políticas para el Control de Drogas de la Casa Blanca.

Y da cifras: son ya 195 las ciudades estadunidenses en las cuales los cárteles del narcotráfico de México tienen células para la distribución de drogas; lo peligroso, dice, es que cuentan con sicarios para defender el territorio en el que operan y participan eventualmente en el secuestro de personas.

“Es horrible el nivel de narcoviolencia y de las ejecuciones que llevan a cabo en la frontera (norte de México) esos cárteles. Estados Unidos no es inmune a este problema”, sostiene el llamado zar antidrogas de la Casa Blanca. Y explica: “En nuestra frontera (sur) también operan las unidades de secuestro y escuadrones de la muerte de los cárteles de México. Cruzan la frontera exclusivamente para cumplir órdenes”.

En entrevista exclusiva con Proceso, realizada en sus oficinas de Washington, Walters afirma que es notorio el poderío de estas organizaciones y se sorprende cuando el corresponsal le menciona que consultó documentos del Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (NDIC, por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento de Justicia, en los que se identifican las ciudades de Estados Unidos donde operan cuatro de los principales cárteles del narcotráfico de México.

Según él, la elaboración de los mapas que identifican los puntos en las 195 ciudades de Estados Unidos “es el resultado más reciente de las labores de las agencias de inteligencia para recabar información estratégica sobre el narcotráfico”.

Todo el negocio

Insiste: “Estos grupos no sólo pasan la droga (a territorio estadounidense) por la frontera, sino que se encargan de la distribución de los narcóticos y de su venta al menudeo en las calles de las ciudades del País”.

Los mapas del NDIC muestran los lugares dentro de Estados Unidos donde operan las células de la llamada Federación (antiguo cártel de Sinaloa), así como los cárteles del Golfo, de Juárez y de Tijuana (Proceso 1649).

“Estos mapas demuestran lo que es la primera etapa en la identificación de los grupos ligados a los cárteles mexicanos. Lo que intentamos ahora es encontrar, en México y aquí, a las personas que están haciendo que funcionen estas empresas criminales”, subraya el funcionario.

–¿Saben ustedes quiénes son los jefes de estas células aquí en Estados Unidos? –pregunta el corresponsal.

–Sólo sabemos que a lo largo de la frontera se encuentran los llamados Gatekeepers (Guardianes), cuyos integrantes se dedican al trasiego de droga de México a Estados Unidos, donde la venden al mejor postor; algunos están involucrados en el tráfico de dinero y de armas hacia México.

Walters asegura que los Gatekeepers tienen gente en ambos lados de la frontera. “Estamos trabajando con el gobierno de México para tener un mejor perfil de quienes integran estos grupos”, dice.

–¿Son estadounidenses o mexicanos quienes manejan aquí en Estados Unidos a las células de los cárteles mexicanos?

–Hay una mezcla de ambos. Es difícil identificar a los encargados de estas células debido a que con frecuencia se desplazan de México a Estados Unidos y viceversa. Además, es frecuente que sus jefes los cambien de región o de entidad para evitar que los identifiquen los servicios de inteligencia de los dos países.

El corredor del Caribe

John P. Walters, funcionario del presidente George Bush para el combate al consumo de enervantes y para la instrumentación de programas preventivos y de rehabilitación de adictos, sostiene que la invasión de narcotraficantes mexicanos a Estados Unidos es una respuesta a la exitosa política instrumentada en los últimos años por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia para combatir a los cárteles.

Gracias a esta cooperación, según Walters, fue posible cerrar el corredor de la zona del Caribe como ruta principal para el trasiego de las drogas procedentes de Sudamérica. De ahí que la narcoinvasión mexicana a Estados Unidos sea un “cambio en las estructuras” en el negocio del tráfico de estupefacientes.

Sin embargo, matiza: pese a la enorme presencia de los cárteles mexicanos en territorio estadounidense, en ciudades como Miami, Nueva York y en algunas zonas de Los Ángeles, son los colombianos los que aún controlan la distribución de las drogas; en algunos casos colaboran con sus pares mexicanos.

Pese a ello, presume: “Casi hemos cerrado el corredor del Caribe… al hacerlo, el flujo de drogas se desplazó hacia Centroamérica y luego al norte de México, para después entrar a los Estados Unidos. Al ocurrir esto aumentó el flujo de dinero hacia los cárteles mexicanos”.

Walters reitera que con el cierre de ese corredor los narcotraficantes colombianos no tuvieron más alternativa que asociarse con los mexicanos, quienes aprovecharon la coyuntura y poco a poco se transformaron en los amos y señores del flujo de drogas hacia el mercado estadounidense.

Fue tal su éxito, asegura el zar antidrogas, que los capos de México decidieron instalar en Estados Unidos sus células de distribución de enervantes y comenzaron a lavar dinero; además aprovecharon la situación para adquirir armas e introducirlas de contrabando en su País.

Información estratégica

Durante la entrevista Walters despliega en su escritorio el documento del NDIC y explica: “Estos mapas muestran el nuevo comportamiento de los cárteles ante el cierre del corredor caribeño para el flujo de la cocaína, heroína y mariguana”.

–¿Por qué oficialmente no se han hecho públicos estos mapas?

–Apenas estamos recopilando información de inteligencia. Debo decirle que el contenido de los mapas es muy sensible...

De acuerdo con el zar antidrogas de la Casa Blanca, si se hace pública la información de los mapas del NDIC es como emitir una alerta a los criminales. “Decirles que los estamos ubicando les ayudaría a escapar del lugar donde se encuentran ahora”, dice.

–¿Ha visto estos mapas el presidente George Bush?

–No he visto en sus manos estos mapas, pero puedo asegurarle que él sabe lo que está ocurriendo en el país, especialmente en la zona de la frontera (con México). La semana pasada estuve con él y me habló del problema de la violencia, que incluso tocó ya a gente de El Paso, Texas, que él conoce. Obviamente él recibe todo este tipo de información porque es información de inteligencia clasificada que le presentan las agencias correspondientes.

La presencia de los principales cárteles del narcotráfico de México en Estados Unidos obligó a las agencias como la DEA, el FBI, la CIA y a las que dependen del Departamento de Seguridad Interior (Patrulla Fronteriza y Aduanas, entre otras) a reforzar la vigilancia en la frontera sur y a intercambiar información con el Gobierno mexicano, lo que no ocurría en los sexenios de Miguel de la Madrid Hurtado y de Carlos Salinas de Gortari.

Cooperación

“Esta situación nos está obligando a trabajar nuevamente con el Gobierno de México en el combate al tráfico de drogas. Debo reconocer que por un tiempo la cooperación no fue muy buena, pero ahora no sólo trabajamos en conjunto, sino que intercambiamos información sobre operaciones criminales con mucha frecuencia, pero siempre con el principio de respeto a la soberanía de cada país”, subraya el zar antidrogas.

E insiste en que, por tratarse de información de “inteligencia”, no puede dar detalles de los operativos de su Gobierno para desmantelar las células de los cárteles mexicanos en Estados Unidos. Dice, sin embargo, que se ha confiscado dinero proveniente del tráfico de las drogas. “Esta es una empresa humana que intimida por medio de la violencia y el crimen, por eso necesitamos combatirlos en una escala de grandes magnitudes y sobre todo con mucha celeridad”, asegura el funcionario de la Casa Blanca.

Y agrega que la información contenida en documentos como los del NDCI se utiliza para que las agencias policiacas de todos los niveles de Gobierno efectúen operativos antinarcóticos en los puntos señalados en los mapas. Es más, agrega, algunas personas que pertenecen a las células de los cárteles mexicanos han sido arrestadas.

“Sabemos que necesitamos contener el consumo de drogas, el flujo del dinero y de armas. No queremos que se malinterprete esta información; la forma correcta de manejar esta información de inteligencia es combatiendo al elemento criminal común y acabar con el comportamiento que lo sustenta.

“Tratamos de ser cuidadosos, no queremos regresar a los viejos tiempos en que los gobiernos de México y de Estados Unidos se dedicaban a culparse entre sí”, remata Walters.

PERIÓDICO A.M.
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