Ralph Nader
Counterpunch
Traducido para Tlaxcala y Rebelión por Àngel Ferrero
El Museo Rosa Parks de la Universidad de Troy está situado cerca del viejo Teatro Empire, donde esta valiente mujer afroamericana se negó a “cambiarse a los asientos traseros del autobús” en 1955.
Una visita al museo en su honor y el de otros campeones de los derechos civiles es una manera de recordarnos lo valiente que fue su rechazo en aquel Sur de la segregación racial. Mrs. Parks fue inmediatamente arrestada, lo que condujo al histórico boicot a la compañía Montgomery Bus, hoy reconocido como la chispa que puso en marcha al Movimiento por los Derechos Civiles de los cincuenta.
Lo que mucha gente no sabe sobre Rosa Parks es que era una veterana trabajadora en los derechos civiles y que conocía el significado de permanecer en los asientos delanteros y no cedérselos a los hombres blancos. Pero no podría haber predicho lo que ocurriría después de que la policía se la llevara.
Cuatro días después de su arresto, empezó el boicot a la compañía de autobuses, el 5 de diciembre de 1955. Un panfleto distribuído ese día por el Consejo Político de las Mujeres de Montgomery informaba de la detención de Mrs. Parks y dos adolescentes “negras” * -Claudette Colvin y Mary Louise Smith- arrestadas y multadas antes ese mismo año por haber rechazado ceder sus asientos.
El panfleto llamaba “a cada negro a no utilizar los autobuses los lunes en protesta por la detención y el juicio. No toméis los autobuses para ir al trabajo, a la ciudad, a la escuela, o a cualquier otro lugar los lunes.” Miles de ellos dejaron de tomar el autobús.
Como las tres cuartas partes de los usuarios de autobús eran “negros”, el creciente boicot empezó a convertirse en un serio problema económico para la compañía. A medida que crecía, y que se sumaron al boicot protestas y manifestaciones callejeras, los medios de comunicación nacionales empezaron a cubrir los acontecimientos y también a un joven y carismático ministro religioso llamado Martin Luther King.
Sam Cook se encontraba en el museo durante nuestra visita. Guarda un álbum de recortes de viejas noticias de periódicos y fotografías pertenecientes a aquellos días de vértigo, cuando hizo ocasionalmente de chófer del reverendo King.
Además de las cronologías del museo, y de los objetos, documentos y memorabilia -hay una réplica del autobús público en el cual se sentó Mrs. Park-, hay aulas de enseñanza y una biblioteca que refuerzan los propósitos educativos que el equipo del museo propugna.
La nueva ala infantil transmite a los jóvenes la idea de que las “cosas no ocurren en la historia, sino que son las personas las que hacen que las cosas ocurran”. Los visitantes vienen para darse cuenta de que ellos también pueden contribuir al cambio, como Rosa Parks, E.D. Nixon, Joanne Robinson, Fred Gray, Claudette Colvin, Georgia Gilbert y muchos otros hicieron, siguiendo los pasos de Dred Scott, Harriet Tubman, Homer Plesy y otros que les precedieron.
Los estudiantes de hoy de Montgomery y de otras ciudades sureñas puede que se pregunten a qué viene tanto alboroto con los blancos. Gente de diferentes razas se mezcla sin problemas en autobuses, tiendas, restaurantes, cines, escuelas, hospitales y estadios. Las cuestiones de raza, como las de clase, continuan siendo algo a resolver en todos los Estados Unidos, pero es innegable que se ha registrado un progreso.
Las luchas contemporáneas de hoy para conseguir justicia pueden aprender de los métodos con los que el Movimiento por los Derechos Civiles superó el boicot de los medios de comunicación y se convirtió, hasta la fecha de hoy, en una fuerza inquebrantable. Para asegurar sus objetivos empleó los tribunales y llenó las calles de manifestaciones no-violentas. Pero no conviene subestimar la historia personal de un individuo que heroica y desinteresadamente se enfrenta al aparato para encender la chispa necesaria de rabia y empatía que se extienda a cada vez más y más personas en una situación similar a la suya, y que terminan engrosando las filas de quienes reclaman cambios o reformas.
El modelo del Movimiento por los Derechos Civiles es tan poderoso que cuando Mubarak Awad, un joven palestino-americano consejero del gobierno en Cisjordania trató de organizar un movimiento de desobediencia civil no-violento contra la ocupación y represión israelí, el gobierno israelí lo deportó en 1988 a los Estados Unidos. Desde allí consiguió establecer un grupo, Non-violence International, pero a él se le sigue denegando la entrada en Israel.
Las huelgas comerciales y laborales como forma de protesta política han recibido la ira de los israelíes. Los métodos para romper huelgas rutinariamente van de cortar los candados de las tiendas que cierran a soldar sus persianas y multar a sus propietarios.
En nuestro país necesitamos a las Rosa Parks en una rebelión contra los precios de la gasolina y de los medicamentos, contra las ejecuciones y las crueles condiciones de las prisiones, contra los enormes pagos por adelantado antes de cruzar la puerta de un hospital, contra la comida basura, causante de obesidad y enfermedades, contra los fallos en los servicios municipales.
Cada movimiento de ciudadanos de la historia tiene su propio estilo y personalidad, pero todos tienen garantizado que los medios de comunicación se pondrán quisquillosos con ellos, como lo han hecho con los soldados que han rechazado volver a la ocupación militar anticonstitucional e ilegal en Irak. Las sentidas historias de estos soldados, explicadas en una reciente reunión titulada “Soldados de invierno” (Winter soldiers), no fueron recogidas ni por el New York Times ni por ningún telediario. (Amy Goodman sí que lo hizo en Democracy Now!)
Uno debe creer que siempre existe alguna manera de producir esa chispa que nos lleve a un mayor compromiso ético para la consecución de una sociedad más justa.
Rosa Parks, ¡viva en nuestro recuerdo!
* N. del T.: El término inglés negro tiene connotaciones racistas que resultan imposibles de reflejar en la voz castellana “negro”.
Enlace original: http://www.counterpunch.org/nader07312008.htm
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