Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
Los investigadores de la DARPA, al ajustarse y aprovechar toda una serie proyectos para su objetivo de “dominar” el “campo de batalla” urbano del sur global y de las ciudades de la “patria”, están pasando conscientemente desapercibidos. (Véase “Simulating Urban Warfare” y “America’s Cyborg Warriors”).
Como advierte el Centro por la Libertad Cognitiva y la Ética (CCLE, siglas en inglés):
El derecho de una persona a la libertad, autonomía y privacidad de su propio intelecto se sitúa en la esencia misma de lo que significa ser una persona libre. Este principio es el que da vida a algunos de nuestros derechos mejor establecidos y apreciados entre nosotros. En la actualidad, en un momento en el que se se están desarrollando nuevos fármacos y nuevas tecnologías con objeto de aumentar, controlar y manipular los procesos mentales, es más importante que nunca asegurar que nuestro sistema legal reconoce y protege la libertad cognitiva como un derecho fundamental. (CCLE, “Frequently Asked Questions”, 15 de septiembre de 2003)
La militarización de las ciencias de la vida no sólo está socavando el derecho a la “libertad, autonomía y privacidad”, sino que, además, el sistema legal mismo no está bien dotado para abordar los avances –y las amenazas emergentes- de la “libertad cognitiva” ante el siempre alerta estado corporativista estadounidense, que no cesa de buscar nuevos medios para conseguir la conformidad y control de los individuos, a la vez que intenta que las ciencias biológicas se conviertan en una cuestión securitaria con la excusa de la “seguridad nacional”.
En “Mind Wars: Brain Research and National Defense” (Dana Press, 2006), el bioeticista Jonathan Moreno traza un escenario escalofriante donde se nos relata cómo varias agencias del Pentágono, con la DARPA al frente, han estado financiando investigación biológica y neurocientífica en las áreas siguientes:
En las interconexiones de los mecanismos mentales, también denominadas “protética neuronal”. Robots vivientes cuyos movimientos pueden controlarse mediante implantes cerebrales. La investigación se ha desarrollado con éxito en “ratas robot” y “perros robot” para la limpieza de minas y otros turbios propósitos. En “Cascos de retroalimentación cognitiva” que proporcionan a los comandantes o a sus representantes médicos la capacidad para examinar remotamente el estado mental individual de los soldados. En las tecnologías MRI y fMRI en lo que se ha denominado “huellas dactilares del cerebro”, utilizadas en los aeropuertos como herramientas de interrogatorio o investigación de antecedentes de “terroristas”. En armas de pulso supuestamente no letales y otros interruptores neuronales para su despliegue en el sur global o en las ciudades de la “patria” como herramientas de “control de disturbios”. En “armas neuronales” utilizadas por agentes biológicos para estimular la liberación de toxinas neuronales. En investigaciones para inventar nuevos fármacos que inhiban la necesidad de comer, dormir, suprimir el miedo o para reprimir las inhibiciones psicológicas que impiden matar.
Con un presupuesto multimillonario en dólares y docenas de proyectos en preparación, la Oficina de Ciencias de la Defensa (DSO, siglas en inglés) de la DARPA está buscando medios más nuevos e incluso más insidiosos de “aprovechar la biología” para aplicaciones militares. Una breve lista de proyectos de la DSO incluye los siguientes:
- Emulación de Estructuras Sensoriales Biológicas (BioSenSE), un programa “diseñado alrededor del concepto de comprensión de las estructuras sensoriales biológicas mediante la caracterización avanzada y emulación, o transferencia, de este conocimiento a la creación de sensores sintéticos superiores”. Los DARPAcratas consideran que la mayoría de los estímulos biológicos son de “gran importancia militar”.
- Sistema Tecnológico Cognitivo de Advertencia de Amenazas (CTTWS, siglas en inglés), intenta integrar los “avances en tecnología y biología” para crear un mecanismo de detección de amenazas visuales, una especie de soldado portátil, que utilizará “algoritmos visuales cognitivos de procesamiento” y un “operador neuronal para la detección de firmas”.
- Leyes Fundamentales Biológicas (FLB, siglas en inglés), se describe como un programa de diseño matemático que “causará impacto en el Departamento de Defensa y en la seguridad nacional al desarrollar una base de predicción racional para realizar investigaciones biológicas que combatan el bioterrorismo, mantengan la salud del personal y descubran nuevas vacunas y medicinas” o faciliten el diseño de nuevas armas biológicas.
- Vehículo Nano-Aéreo (NAV, siglas en inglés), descrito por los administradores de programas como un proyecto que “desarrollará y demostrará” un sistema de vehículos aéreos extremadamente pequeño (menos de 7,5 cms.), ultraligero (menos de 10 grs.) con potencial para llevar a cabo misiones militares fuera y dentro del país. El programa explorará configuraciones novedosas inspiradas en la biología, convencionales y no convencionales para proporcionar al guerrero una capacidad sin precedentes para operaciones en misiones urbanas”. ¡Llamando a John Anderton, White Courtesy Telephone! [*]
- Neovision, “perseguirá un acercamiento integrado a la secuencia de reconocimiento de objetos por el cerebro. Esta fundamental investigación biológica se llevará a cabo utilizando métodos intencionalmente dirigidos hacia propuestas de diseño de computadores que sirvan para instrumentaciones basadas en hardware y software.
- Actuaciones de soldados de alto nivel (PSP, siglas en inglés), se diseña para “crear tecnologías que permitan que el guerrero mantenga su rendimiento físico y cognitivo al más alto nivel, a pesar del duro entorno de combate”. Es decir, desarrollar fármacos y nutrientes para un soldado “más eficiente”.
- Prevención de la necesidad de sueño (PSD, siglas en inglés), es descrito como el intento de “mejorar los rendimientos operativos” en condiciones de especial dureza. Los actuales enfoques “bajo investigación” se centran en “nuevos fármacos que mejoren la transmisión neuronal, nutricéuticos que promueven la neurogénesis, la capacitación cognoscitiva y mecanismos tales como la estimulación magnética transcraneal”.
- Capacitación Superior (DARWARS, siglas en inglés), son una serie de programas que unen directamente sin interrupciones los complejos industriales-militares y de entretenimiento en una página de Internet. DARWARS trata de proporcionar y de que “se disponga continuamente, a solicitud, de capacitación a nivel de misión para todas las fuerzas en todos los niveles. El programa está desarrollando, específicamente en áreas de gran importancia militar, nuevas clases de sistemas de capacitación cognoscitiva que incluyen elementos con interacciones de tutoría humana y la implicación emocional de juegos de ordenador junto con la retroalimentación del aprendizaje del Centro de Entrenamiento de Combate. “Capacitación continua, a solicitud, en cualquier lugar, en cualquier momento, para cualquier persona”.
Como ocurre con toda la investigación de doble uso que dirige la Agencia, la importancia de lo militar se superpone a cualquier otra consideración. Uno tan sólo necesita examinar la utilización de la investigación psicológica en la “guerra contra el terror” para hallar algunas analogías muy inquietantes [**]
AugCog [Cognición Aumentada]
Como se han servido ya de la psicología conductiva para los horrores perpetrados en la Bahía de Guantánamo, en Abu Ghraib y en los trasnacionales “lugares negros” de la CIA, ¿qué nuevas pesadillas le aguardan a la humanidad cuando los avances en neurociencia, en algoritmos complejos de ordenador se pongan al servicio de un estado basado en una seguridad nacional llena de secretos? Echemos un vistazo.
En la página de Internet de la DARPA se describe a Amy Kruse, Doctora en Filosofía, como la creadora del concepto de “neurociencia operativa”, que diseña programas que “están ayudando a que la neurociencia se transforme de disciplina de laboratorio en una disciplina que hace investigaciones avanzadas con objeto de ofrecer importantes capacidades revolucionarias a nuestros guerreros”.
El programa de “Eficacia Humana y Capacitación” de la DSO proclama escuetamente que esta serie de programas representan una “capacitación revolucionaria… para cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento”. El área en la que Kruse se muestra más capaz es en la del “AugCog” o cognición aumentada, un subconjunto de investigación neurocientífica que busca modelos para una “interconexión máquina-cerebro”. Es descrita por la Sociedad Internacional de Cognición Aumentada (ACI, siglas en inglés) como:
Un campo emergente de la ciencia que busca ampliar las capacidades del usuario a través de las tecnologías de computación, que son explícitamente diseñadas para hacer frente a los cuellos de botella, limitaciones y prejuicios que se dan en la cognición y mejorar las capacidades en la toma de decisiones. El objetivo de la ciencia y tecnología AugCog es desarrollar métodos de procesos y herramientas neurotecnológicas que puedan explicar y acomodar la información al procesar los cuellos de botella inherentes en la interacción del sistema humano (ej.: limitaciones de la atención, memoria, aprendizaje, comprensión, capacidades de visualización y toma de decisiones) (“What is Augmented Cognition?”, ACI, sin fecha) [negrita añadida por el autor]
Según la descripción del programa de la DARPA, “Mejorando la Entrada de Información al Combatiente Bajo Estrés” (AugCog):
Con frecuencia, los operadores militares deben actuar cognitivamente cuando se les requiere determinadas tareas en entornos estresantes. El Programa AugCog ha desarrollado tecnologías para atenuar la capacidad sensorial o la sobrecarga cognitiva y restaurar la eficacia operativa extendiendo la capacidad de control de la información por parte del combatiente. Esto se logra mediante sistemas de procesos de círculo cerrado que se adaptan al estado del combatiente y por tanto mejoran significativamente sus actuaciones.
La explotación del sistema humano y de otros sistemas biológicos por parte de la DARPA plantea cuestiones profundamente inquietantes acerca de cómo Estados Unidos utilizará esas aplicaciones, en lo que respecta a la seguridad, para conseguir a cualquier coste el dominio global. Un artículo reciente en Military Geospatial Technology revela las preocupaciones tecnofílicassegurócratas: que obsesionan a los
Imaginen un ordenador que pueda leer las ondas cerebrales humanas para aquilatar la configuración del terreno. Podría parecer futurista, pero eso es lo que la DARPA y la Agencia de Inteligencia Geoespacial Nacional (NGA, en sus siglas en inglés) tenían parcialmente en mente cuando asignaron contratos bajo el programa de Tecnología para la Explotación Geoespacial y el Razonamiento Urbano (URGENT, siglas en inglés) (Cheryl Gerber, “Seeing with Your Brain”, Military Geospatial Technology, Vol. 6, Número 3, 5 de junio de 2008).
Uno de los “principales contratistas de URGENT, Lockheed Martin, el mayor embaucador en el área de la defensa, denominó “su aproximación a ese programa Reconocimiento de Objetos a través de la Tecnología Cerebral” (ORBIT, siglas en inglés). En conjunción con el programa URGENT de la DARPA, el proyecto AugCog se basa en el software cerebral que busca fusionar la neurociencia con los ordenadores para crear una tecnología que promete facilitar al “combatiente” “una conciencia situacional”. Pero el diseño de complejos sistemas de cartografía tridimensionales es sólo el punto de partida para lo que puede sobrevenir una vez que se consiga perfeccionar los algoritmos "cerebrales".
Signature Analyst es la denominación que recibe un “producto” que actualmente sirve de ayuda a oficiales “guerreros” y a “contraterroristas”, diseñado por el estafador corporativo SPADAC, un McClean, un contratista de defensa de Virginia con estrechos lazos con el Departamento de Seguridad Interior y la Agencia Geoespacial Nacional (NGA, siglas en inglés). Según la página de Internet de SPACDAD, el Signature Analyst
proporciona un incremento de la objetividad al discernir entre comprensiones sutiles y poderosas, lo que maximiza la probabilidad de éxito. Al combinar analíticas predictivas con información espacial así como con elementos de conexión de redes sociales y terrenales humanas, la solución proporciona un diseño eficaz de consecuencias y de mejora de la confianza en las decisiones que se adopten frente a la serie de desafíos comerciales y operativos globales.
El programa afirma que facilita “visualización del entorno” al “hallar afinidades” y “relaciones” en distintas fuentes de datos aparentemente dispares, incluyendo hechos del pasado, así como información de “redes sociales” y del “área humana”. Como hemos descrito anteriormente, el Scaleable Social Network Analysis era una herramienta de minería de datos diseñada por la oficina de Total Information Awareness de la DARPA, que trabajó al alimón con los ilegales programas de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad.
Uno se estremece al imaginar qué “consecuencias” están “modelando” la DARPA y sus “socios” corporativos. Una versión comercial del “producto” está ya en funcionamiento. Uno de los “beneficios” del software de Signature Analyst exhibidos por SPADAC “permitirá que menos analistas valoren más datos en menos tiempo”. ¡Vaya, la perfecta herramienta para “predecir” el actual hundimiento capitalista!
Llevando un poco más lejos el modelo procesal humano/máquina, Lokheed Martin y su “socia” Numenta, una compañía de software con sede en California, están trabajando en diversas aplicaciones para el Departamento de Defensa. Según la página de Internet de Numenta, el fundador de la compañía Jeff Hawkins, autor del libro “On Intelligence” (2004), siente “un profundo interés por la neurociencia y por las teorías alrededor del neocórtex”. ¡No me cabe duda!
Efectivamente, el equipo de Hawkins ha diseñado una serie de aplicaciones de software, la Numenta Platform for Intelligent Computing (NuPIC, siglas en inglés), basándose en lo que se denomina “memoria temporal jerárquica (HTM, siglas en inglés), un “paradigma de la informática” que imita la estructura y función del neocórtex humano, la zona del cerebro que se encarga de procesar el pensamiento de alto nivel.
El investigador jefe de ORBIT, John Darvill, describió del siguiente modo la relación de la Lockheed con Numenta en “Military Geospatial Technology”: “Lockheed se ha venido implicando durante dos años con la tecnología de Numenta y es miembro del Programa de Socios de Numenta para el intercambio de tecnología. Tenemos una relación técnica colaboradora con Numenta. Utilizamos su tecnología, la modificamos y la aplicamos”.
¿Cómo? Según la directora ejecutiva de Numenta Donna Dubinsky, HTM se diseñó para que “diera buenas respuestas en todo aquello que el cerebro humano puede hacer: inferencias y reconocimiento de pautas, incluso ante la existencia de ruido”. De forma similar, HTM “aprende el modelo del mundo” elaborado por Dubinsky: “por exposición a través de sus sentidos. De la misma manera, nuestro software es autodidacta y hay que exponerlo ante el material que tiene que aprender. Por eso entrenamos al software. Por ejemplo, lo exponemos ante un montón de tanques para que aprenda “a actuar como un tanque”.
Y en caso de que pudiera aplicarse el software a un arquetipo de interrogatorio, entonces ¿”aprenderá por sí mismo” cómo “modelar” una privación sensorial o un régimen de tortura psicológica, fabricada individualmente para un “combatiente enemigo ilegal” después de haber sido “expuesto al material”? En otras palabras, ¿se expondrá al software “a mucha tortura para que aprenda a torturar”?
La tecnología de doble uso es una pendiente resbaladiza hacia la atrocidad y los horrores inimaginables, especialmente si cae en manos de los belicistas estadounidenses.
Volviendo al futuro
Precisamente, ahí está el quid del problema de explotar la neurociencia y la robótica en busca de nuevas y cada vez más insidiosas aplicaciones. El potencial de las tecnologías neurológicamente interactivas para “mejorar” las capacidades humanas invade eficazmente la privacidad del pensamiento humano e infringe la independencia de nuestras mentes por “razones de estado”, transformando la investigación médico/biológica en un subconjunto que sirve para el desarrollo armamentístico.
Sin duda, la ciencia, y en particular las ciencias cognitivas, se dejaron seducir en el pasado por el Pentágono y la CIA. La literatura sobre la investigación no ética de la CIA y del Ejército en búsqueda quijotesca para “controlar la mente” de los agentes del “enemigo” y de las poblaciones constituidas en “blanco” –MKULTRA y su perversa prole- está repleta de historias de horror de víctimas torturadas. En efecto, MKULTRA se convirtió en la base ideológica de los actuales interrogatorios y prácticas de tortura de la CIA, del ejército y de sus socios “externalizados”.
Una lectura concienzuda de los manuales seminales de interrogatorio Interrogatorios de Contrainteligencia KUBARK y del Manual de 1983 de Entrenamiento para la Explotación de Recursos Humanos, mostraba generosamente la investigación cognitiva más actualizada de su época. Efectivamente, muchas de las fuentes citadas en KUBARK y HRE eran importantes psiquiatras y psicólogos de la conducta “bajo contrato” de la CIA, como documentaron historiadores e investigadores como John Marks (The Search for the Manchurian Candidate), Alfred W. McCoy (A Question of Torture) y Christopher Simpson (Science of Coercion).
A ese respecto encontramos, como Simpson afirma en Science of Coercion, el Fondo Humano de Ecología, un dinero canalizado por la CIA hacia prestigiosos académicos tales como Albert Biderman, para financiar investigaciones sobre la “conducta en cautividad” y la eficacia “de drogas, electroshock, violencia y otras técnicas coercitivas durante el interrogatorio a prisioneros”.
Avancemos rápidamente hasta el presente. Como el antropólogo Hugh Gusterson escribe sobre el actual interés del Pentágono en la investigación neurocientífica actual:
Los científicos individuales se dirán a sí mismos que si ellos no hacen la investigación, otro la realizará. La financiación de las investigaciones estará férreamente dominada por las subvenciones del ejército, lo que hará que algunos científicos tengan que elegir entre aceptar esa financiación militar o ceder el campo de investigación que han elegido. Y el muy real potencial doble uso de esas nuevas tecnologías (el mismo implante cerebral puede crear un soldado-robot o rehabilitar a un enfermo de Parkinson) permitirá que los científicos se digan a sí mismos que “realmente” están trabajando en las tecnologías de la salud para hacer bien a la humanidad y que, simplemente, la financiación procede del Pentágono. (“The Militarization of Neuroscience”, Bulletin of the Atomic Scientists, 9 de abril de 2007).
En el análisis final, la DARPA, la agencia del Pentágono que nos hizo accesible Internet, está ahora buscando los medios para militarizar la mente humana al considerarla como la plataforma final para la dominación imperialista y el control social.
N. de la T.:
[*] Véase página de Internet citada: http://www.
[**] Véanse al respecto algunos de los artículos publicados en Rebelión sobre la cuestión:
http://www.rebelion.org/
Tom Burghardt es investigador y activista. Vive en el área de la Bahía de San Francisco. Además de publicar en “Covert Action Quarterly, Love & Rafe and Antifa Forum”, es el editor de Police State America: U.S. Military “Civil Disturbance” Planning, distribuido por AK Press.
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