Monday, August 04, 2008



* En México, al incesante problema del desabasto de medicamentos para los portadores del virus del sida se suma ahora el bareback, sexo anal sin condón entre homosexuales jóvenes. Convertido en una nueva ola de transmisión, esta nueva práctica se puso de moda en Estados Unidos entre jóvenes homosexuales y ya llegó a México, “con consecuencias catastróficas”…



Jenaro Villamil/ Proceso


MÉXICO, D.F., 2 DE AGOSTO /Dos de los factores que distorsionan la epidemia de sida en México son el estigma y la homofobia, según el director del Centro Nacional para la Prevención y Control de VIH-Sida (Censida), Jorge Saavedra, quien advierte: la expansión de esta enfermedad sigue concentrándose en la población de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH).

Hasta diciembre de 2006, según cálculos del Censida, 182 mil personas eran portadoras del virus. Al cierre de 2007 el cálculo se elevó a 200 mil casos, con lo que México figuraba como el segundo país de América Latina con mayor número de infectados, sólo por debajo de Brasil, país que tiene 800 mil.

Otros cálculos señalan que el número real puede rebasar los 350 mil seropositivos, ya que existe un subregistro de alrededor de 20%. Si antes existía una mujer afectada por cada 11 varones, ahora esta proporción se modificó: hay una mujer por cada seis varones que viven con el virus.

El VIH-sida es la decimosexta causa de muerte en México, pero llega a ocupar la cuarta entre varones jóvenes de entre 25 y 34 años, y la séptima entre mujeres del mismo rango de edad. La mitad de los nuevos casos detectados hasta 2007 corresponde a adolescentes y jóvenes de entre 10 y 24 años, que constituyen ya un tercio de la población portadora del virus.

Las alertas sobre la expansión de la epidemia no han disminuido en el país, si bien la prevalencia sigue siendo relativamente menor: 0.3% de la población adulta, índice bajo frente al de naciones vecinas: 0.6% de Estados Unidos; 0.9% de Guatemala y 1.8% de Belice, país éste con una de las tasas más altas en América Latina.

Sin embargo, entre la población de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH, según la clasificación de Censida y Onusida) el porcentaje es muy elevado: 15% vive con el virus y en algunas regiones el índice se dispara a 20%.

Por tanto, Jorge Saavedra destaca que el principal “foco rojo” de la epidemia sigue estando entre el segmento HSH, que generalmente afecta a mujeres, ya que un buen porcentaje son varones bisexuales que transmiten por la vía sexual el virus a sus esposas o parejas femeninas. Esta es una de las tendencias más preocupantes entre la población migrante.

El otro gran problema, refieren las organizaciones no gubernamentales, es que menos de una cuarta parte de personas que viven con VIH –182 mil– tienen acceso regular a los medicamentos que proveen las instituciones de salud pública. En algunas entidades el desabasto llega a ser hasta de 70%.


Estigmatización


Saavedra, gestor inicial para que la Ciudad de México fuera la sede de la XVII Conferencia Internacional de Sida que se inicia este domingo 3, no quita el dedo del renglón sobre los aspectos negativos de la estigmatización y la homofobia en la expansión de la epidemia:

“Un hombre gay o bisexual en México tiene 109 veces más riesgo de contraer VIH que cualquier otra persona”, afirma con base en investigaciones realizadas en la Universidad Johns Hopkins.

Y se explica: “El temor al estigma provoca que no se hagan la prueba de detección, aun cuando es gratuita para grupos específicos; se enfrentan a discriminación en las instituciones públicas y privadas”.

–Existe una nueva ola de transmisión a raíz de la práctica conocida como el bareback (sexo anal sin el uso del condón), que se ha vuelto popular entre los sectores más jóvenes. ¿Qué hace el Censida para enfrentar este problema? –pregunta el reportero a Saavedra.

–Estamos diseñando una estrategia a través de internet porque hemos detectado que las prácticas de bareback se concertan a través de la red. Evidentemente, no podemos ir a la recámara de cada persona y certificar que están usando condones.

“El bareback comenzó como una moda en Estados Unidos que ya llegó a México con consecuencias catastróficas. Hay que trabajar en asuntos como la autoestima. En muchos casos, debido a la baja autoestima, al estigma, al rechazo social y a la discriminación se dan estas prácticas”.

En otros casos, los indicadores de Censida reflejan que existe una creciente transmisión entre heterosexuales, sobre todo en entidades con altos índices de población migrante. Es el caso de Tlaxcala, Puebla, Chiapas e Hidalgo, donde los nuevos casos se han presentado por contacto heterosexual.

Saavedra explica que para crear espacios libres del estigma y el prejuicio se crearon desde hace tres años los Centros Ambulatorios de Prevención y Atención en Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (Capasits). El primer modelo de estos centros fue la Clínica Condesa, inaugurada en 2000 por el gobierno de Rosario Robles en el Distrito Federal. Saavedra fue su primer director. Actualmente hay 46 Capasits en funcionamiento y se prevé que a finales de 2008 estén operando 50 en toda la República.

Estos centros se concibieron para dar atención a personas sin seguridad social, a quienes se les suministran medicamentos antirretrovirales y se les practican exámenes de detección y diagnóstico.

“Son espacios pequeños pero muy dignos”, señala Saavedra, y cuenta que en algunas entidades a las personas que vivían con VIH se les atendía en los baños de un hospital público –como en Chetumal– o en los sótanos de las instalaciones de la Secretaría de Salud, como en Campeche.

Hay estados que tienen más de un centro, como Veracruz, el Estado de México y Tamaulipas, donde se construyeron cinco en cada lugar. En Baja California hay tres, y dos respectivamente en Morelos, Guanajuato, Coahuila, Campeche, Puebla, Quintana Roo, Chihuahua y Guerrero.

Se prevé que a fin de año estén operando los nuevos centros en Yucatán, Chiapas, Tabasco y Colima, entidades con alta prevalencia de la epidemia y que no cuentan con centros de atención para personas sin seguridad social. Yucatán, por ejemplo, es el cuarto estado con mayor porcentaje de incidencia (0.48%), sólo por debajo del Distrito Federal, Quintana Roo (0.55%) y Baja California (0.48%).



Fármacos: problemas de acceso


De los 182 mil seropositivos que se calcula hay en el país, sólo 40 mil reciben de manera regular los medicamentos antirretrovirales, es decir, menos de 25%, pero las autoridades de la Secretaría de Salud insisten en que la cobertura actual de medicamentos se acerca al 90 % de los casos.

De los 40 mil pacientes que regularmente acuden a suministrarse medicamentos, más de la mitad, 23 mil, son atendidos por el Instituto Mexicano del Seguro Social, 3 mil en clínicas del ISSSTE, mientras que el resto reciben atención en las instituciones de la Secretaría de Salud, incluyendo los Capacits.

–¿Por qué sólo este porcentaje tan bajo de afectados tiene acceso a medicamentos? –se le cuestiona a Saavedra.

–En muchos casos porque la mayoría no saben su condición sexológica. Algunos han hecho sus exámenes de detección en clínicas privadas; en las ciudades fronterizas suelen visitar clínicas de Estados Unidos, aunque no contamos con un registro. La gran mayoría se hacen los exámenes con identidades falsas y no acuden a las instituciones de salud para recibir tratamiento y seguimiento de la enfermedad.

“Hay quienes nos ruegan y nos piden que no les digamos a sus familias. Es donde existe el primer temor inicial. Después, obviamente está el trabajo, porque en la mayoría de los casos temen ser despedidos; y tercero, existe el círculo social donde se desenvuelven”.

El otro gran problema es el desabasto en muchas instituciones de salud pública y, de acuerdo con las autoridades, el alto costo de los medicamentos.

El domingo 12, Luis Adrián Quiroz, representante de la organización Derechohabientes del Seguro Social Viviendo con VIH-Sida, denunció que el IMSS es la institución con mayor desabasto de antirretrovirales.

Indicó que, si bien las cifras oficiales indican que el IMSS tiene un abasto de 95%, en entidades como Sinaloa, Veracruz o Baja California el abasto es menor a 70%.

“Si el desabasto es frecuente, el paciente va a interrumpir el tratamiento, a generar resistencias y, por lo tanto, va a necesitar cambiar más rápido de medicamento”, advirtió Quiroz.

Desde 2004, la Secretaría de Salud decretó la cobertura universal gratuita del tratamiento antirretroviral para las personas que viven con VIH-sida. Hasta ahora, sin embargo, las organizaciones de pacientes siguen denunciando la existencia de desabasto continuo de medicinas.

El otro gran problema es el altísimo costo de los medicamentos, que sólo puede ser cubierto por el sector público. Por ejemplo, en 2007 fármacos como Enfuvirtina llegaron a costar hasta 23 mil pesos, y las tabletas de Tripanavir se cotizaron en 5 mil 800 pesos por caja.

El pasado 1 de abril, los senadores Claudia Corichi y Antonio Mejía Haro promovieron un punto de acuerdo para exigirle al secretario de Salud, José Ángel Córdova, que decrete la integración al cuadro básico de salud de los 31 antirretrovirales necesarios para la atención de personas con VIH-sida. Hasta ahora, la Secretaría de Salud tiene autorizados 27 de los 31 medicamentos disponibles.

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